Este plato rápido y sencillo aprovecha restos de ajo (como cáscaras, tallos o brotes) para crear una guarnición sabrosa y aromática que combina a la perfección con calabacín tierno y ajo fresco. Un chorrito de zumo y ralladura de limón añade un contraste brillante y refrescante, lo que lo convierte en el acompañamiento perfecto para cualquier comida. Los tallos de ajo son una buena fuente de antioxidantes , incluyendo compuestos como la alicina , que también se encuentra en los bulbos de ajo.