La fototerapia utiliza dos tipos de luz ultravioleta (UV) para destruir las células cancerosas: ultravioleta A (UVA) o ultravioleta B (UVB). Ambos tipos de luz ultravioleta se administran mediante lámparas fluorescentes especialmente calibradas para maximizar el efecto del tratamiento y minimizar el riesgo de quemaduras. Los tratamientos de fototerapia generalmente se administran dos veces por semana para los rayos UVA y tres veces por semana para los UVB. Si se usa luz UVA, al paciente se le administran primero medicamentos llamados psoralenos. La combinación de luz UVA y psoralenos se llama PUVA. Aproximadamente dos horas antes del tratamiento, el paciente toma psoralenos por vía oral en forma de pastilla. Esto permite que los medicamentos circulen por todo el cuerpo. La luz UVA activa los fármacos y destruye las células con las que entraron en contacto. Los psoralenos pueden causar náuseas en algunos pacientes. El tratamiento con PUVA puede aumentar la sensibilidad a la luz solar. Esto puede aumentar el riesgo de que una persona sufra quemaduras graves en la piel y cataratas. Por este motivo, es muy importante que los pacientes tratados con PUVA tomen medidas para protegerse del sol en los dos días inmediatamente posteriores al tratamiento. Este tipo de tratamiento también puede aumentar el riesgo de que una persona desarrolle cáncer de piel en el futuro, por lo que el número total de tratamientos de luz de un paciente se limita a un número máximo predeterminado de sesiones. La luz UVB se usa generalmente para tratar lesiones cutáneas más delgadas. El tratamiento con luz UVB no requiere medicamentos adicionales.