Los médicos pueden realizar ciertos análisis de sangre antes o durante el tratamiento. Por ejemplo, los médicos con frecuencia analizan los niveles de lactato deshidrogenasa (LDH) en la sangre antes del tratamiento. El melanoma puede ser más difícil de tratar en pacientes con niveles elevados de LDH, particularmente si la enfermedad se ha diseminado a sitios distantes del cuerpo. Para los pacientes con melanoma en etapa avanzada, los médicos pueden realizar otros análisis de sangre, incluidos los recuentos de células sanguíneas y análisis de química sanguínea. Estas pruebas ayudan a los médicos a ver qué tan bien funcionan la médula ósea (el tejido blando en el centro de la mayoría de los huesos donde se forman las células sanguíneas), el hígado y los riñones durante el tratamiento.